martes, 12 de octubre de 2010

EL MONUMENTAL DE LA CALLE 85


EL MONUMENTAL DE LA CALLE 85

La pelota marca Pulpo vino de atrás y todavía no sé quién me tiró el pase.
Yo giré hacia el arco y guiado por la sombra de la pelota acomodé el cuerpo y cuando la vi pasar por encima del hombro le pegué una volea de derecha y la tiré a la mierda.

Yo tenia once años y la pelota cayó en una canaleta donde corría agua con jabón y que desembocaba en una enorme plantación de calas, era noviembre y miles de flores blancas fueron testigos del bombazo que se elevó como a seis metros del imaginario travesaño.

Guillermo desde el arco formado por dos árboles (un pomelo y un naranjo) no paraba de reírse y me gritó: ¡Nunca vas a ser como el Tanque Rojas!
Me mordí la boca para no putearlo.

No me importó que mi vieja hubiera lavado las zapatillas Flecha esa mañana y fui a buscar la pelota al barro… la puse en el suelo sin limpiarla y caminé tres metros para atrás.
De pronto…… ¡la magia! Y el patio de mi abuela se transformó en el Monumental de Núñez, Guillermo se transfiguró en Antonio Roma, aquel legendario arquero de Boca, que temblaba y se persignaba en el arco formado por dos árboles (un pomelo y un naranjo), mientras el Muñeco Madurga (el capitán de aquel equipo) le daba indicaciones.
Tomé aire y le metí un chutazo suave, curvo, mágico, único e irrepetible y la pelota se clavó en el ángulo del lado del naranjo.
Antonio Roma se revolcó en el piso y el Monumental explotó en un interminable grito de gol.
Yo salí trotando con el puño derecho en alto, mientras murmuraba.....
¿Quién quiere ser como el Tanque Rojas?

Esa noche mientras mi vieja protestaba por el barro de los "championes" yo desde mi cama miraba la foto de la revista El Gráfico que había robado de la peluquería de don Roberto de la esquina de la calle 84 y Cochabamba. Era una foto a todo color de Pinino Más y Daniel Onega abrazados y que había pegado en una de las paredes de mi pieza.
Esa noche me dormí, acunando un sueño y pensando en que la hinchada de River coreaba mi nombre.

Han pasado muchos años y este martes a la noche me pasó lo mismo, la luz de la plaza no me dejó ver de dónde venía la pelota, pero me avivé y me moví dos metros... la recibí de pecho, la agarrè de volea y la tiré a la mierda.

Ya no tengo once años,… aquel Guillermo.....ahora es abogado, trabaja en tribunales y nunca más volvió a jugar al arco.
Mis abuelos ya no están, la casa se vendió, demolieron una parte y pusieron una guardería para niños.
El arco formado por dos árboles (un pomelo y un naranjo) debe haber desaparecido.
Pero mi amor por al futbol no ha cambiado.

Ya no sueño con jugar con Pinino Más y con Daniel Onega, ahora sueño con jugar con el Sergio, el Chino, Rivas, Darío, Carlitos, El Cato, Emilio, Zurita, El Facha, Luis, El Sebi, el Nico, el Ale, mis hijos Pablo, Nicolás y Gabriel y mis pequeños amiguitos Lucas, Diego, Pablito, Mariano, Maxi, Tomy, Lucas y Emiliano.

Por eso este sábado los invitaré a todos a jugar a " la pelota " para llenarnos de tierra, enfrentar calambres, soportar dolores, presentir maldiciones de las vecinas, y jugar a lo que soñábamos cuando teníamos once años.

¿Habrá algo más lindo que jugar al futbol?